
Ya pasaron los 90’, el alargue y todavia no hay un campeón.
Despues del pito de Miranda, se respira mas nervios todavia en el Ruben Laola y
el arquero rudo y robusto vestido de azul se dirige hacia una convención íntima
junto a sus compadres colegas que lo reciben con una mirada esperanzadora. No
pasaron muchos segundos para que desde la tribuna visitante comenzara a bajar
en un coro estridente el apodo de este
arquero con pinta de boxeador que se confundía en abrazos confiables desde y hacia
todos sus camaradas. La caminata hacia el gigante de tres caños es eterna y
entre la señal de la cruz y los insultos de los de atrás, el arquero azulado se
prepara para los cinco misiles que van a llegar desde el enemigo.

Juventud es el campeon y las manos de oro del Bocha Caro mucho tienen que ver.
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