Pero no fue fácil para el “Tanque”. Juventud quedaba afuera
del Federativo y Barrientos en unos 4 o 5 partidos todavia no había convertido
ni siquiera un gol.
Pero la perseverancia no solo suya sino del cuerpo técnico,
dirigentes e hinchas que lo bancaban con aplausos en cada parada de pecho o en
cada empuje hacia el arco rival a pesar de que no la metia, hicieron que finalmente
ese goleador legendario que todos supimos conocer apareciera de una vez por
todas en la desierta y aporreada cancha del Ferro pinedense para que a partir
de allí su señoria comenzara a asomar dos veces por cada fiesta que el Rojo
celebraba en el Coliseo.
Ayer, parecía que otra vez el campeonato se le iba de las manos
al Bicho, pero a los 40’ ST y despues de tantas granadas fallidas en esta tres
batallas finales, el Tanque volvió a bombardear asustando los fantasmas del año
pasado en Hermoso Campo y devolviendole la vida a todo el Rojo que parecía entregado
y que en los penales al fin pudo pudo gritar campeón gracias a las manos de
nada más ni nada menos que su amigo inseparable Miguel Bocha Caro, compañero de
viaje en cada entrenamiento, coronando asi una gloriosa cruzada charatense en
su condición de inmigrante goleador.
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