A continuación,
un escrito fabuloso que nos ayuda a comprender de que se trata este Dia del
arbitro.
“Hoy se
celebra en todo el mundo el “Día Internacional del Arbitro de
Fútbol”. Un festejo muy especial para los encargados de impartir
justicia en el fútbol de todo el planeta.
Como tantos otros «días» del año éste pasa a ser recordado
porque de alguna manera la figura homenajeada es relevante en el mundo del
fútbol. Del mismo modo que se celebra el día del padre, de la madre, de los
enamorados o del abuelo por la importancia que tienen todas esas figuras, se
recuerda al árbitro.
Curioso es cómo una figura tan poco popular en muchas
ocasiones resulte recordada en esta jornada. Ello nos lleva a justificar el por
qué del árbitro en el mundo del fútbol y ello me lleva a invocar la figura de
un filósofo inglés del siglo XVII que puede iluminarnos. Explicaba John Locke
su teoría política acerca del origen de la civilización y la sociedad partiendo
de una hipótesis de trabajo llamada Estado de Naturaleza. Afirmaba Locke que en
ese Estado todos los hombres eran libres, iguales, casi no había leyes, poseían
bienes privados y nadie dañaba a nadie; vamos, que era una felicidad.
Pero no tanto, porque cuando empezaron a surgir conflictos
entre los hombres en razón de su propiedad, entonces -dado que no existía la
figura del juez- cada uno se convertía en juez y parte de su propia causa. Esta
situación lejos de ser idílica generaba enfrentamiento y hostilidad entre los
individuos a la par que llevaba a vivir en la inseguridad y casi el miedo. Ante
tal situación, Locke entendía que el hombre entraría en el Estado de
Civilización o Sociedad en el momento en el que surgiese la figura del juez que
imparte justicia entre los litigantes; y esa figura del juez (como la del
gobernante) debía ser algo querido, consentido por todos los individuos. En el
momento en el que todos consienten tal figura, el hombre abandona el Estado de
Naturaleza y entra en la
Civilización o Sociedad, donde hay unas reglas que cumplir
para convivir pacífica, próspera y felizmente.
Algo así ha sucedido en el cosmos futbolístico. Así, cuando
el fútbol amanece a la vida, allá por el siglo XIX, se encuentra en Estado de
Naturaleza: dos equipos se desafían entre sí, sin árbitro, sin juez. Los
contendientes creían que podrían evolucionar y progresar sin esa figura, pero
nada más lejos. La hostilidad, la incomprensión y casi las actitudes violentas
que se generaban por el desacuerdo entre unos y otros llevó a aquellos
primitivos hombres del fútbol a la reflexión y a consentir todos la necesidad
de incorporar la figura del juez, del árbitro, en sus litigios. Aparece así el
árbitro para imponer la cordura, la mesura y la justicia en el fútbol.
Cuando el fútbol del Estado de Naturaleza consiente
mutuamente al árbitro es cuando nuestro fútbol da un salto cualitativo y se
civiliza, se socializa, se hace más adulto. He ahí la razón de ser del árbitro
en el fútbol: es la figura moral del partido; el garante de la moralidad; el
defensor de valores deportivos; el custodio de los principios más sólidos del
juego deportivo y limpio; el vigilante del cumplimiento de las normas porque
éstas son necesarias tanto para convivir en lo civil como para disputar un
partido. No olvidemos que más allá del partido hay personas (futbolistas,
entrenadores, árbitros) y que al saltar a un terreno de juego adquieren una
dimensión pública de tal relieve para los demás que su actitud conforme a los
valores o a los disvalores les retratan en dirección a seguir o a evitar por
los demás.
No podemos dejar de lado que la persona -en la faceta que
sea- puede ser y debe ser portadora de valores que atraigan a los demás a su
ejemplo. Ojalá que en la jornada de este fin de semana, al margen de aciertos y
errores, salga más robustecida la figura del árbitro”.
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