Juventud la tuvo que remar y mucho en el Torneo del
Interior. Siempre. Desde una primera fase donde en los primeros partidos no le
salió una a los dos últimos ganándolos de forma heroica pero con justicia para
lograr la clasificación como mejor tercero con diez puntos.
En el accidentado cuartos de final superó sin problemas a
Sportivo Pampa y su manera equivocada de entender el futbol y en la semifinal
volvieron los apuros. Un 5 a 3 terrible a puro gol en Hermoso Campo pero que lo
había dejado mejor parado a Sportivo era lo que había que remontar en Charata.
En aquel partido un par de decisiones polémicas de la terna arbitral y un mal
juego en defensa fueron determinantes pero el equipo que dirige Hildo Gutierrez
había reaccionado dos veces perdiendo 1-0 y 2-1 hasta que vinieron los
siguientes goles.
Durante la semana jugadores, cuerpo técnico y cuerpo técnico
habían hecho especial hincapié en ese detalle para inspirar el poder de reacción
del equipo, la misma que habían tenido en la primera fase y que los llevó a
pisar fuerte en Villa Ángela y en Santa Sylvina.
Ni habia empezado el partido y Juventud ya perdía 1-0, ahora
había que remontar tres goles y la situación era muy jodida. Pero ese gol terminó
siendo clave porque a partir de alli los guerreros de Hildo se transformaron,
fueron para adelante siempre ante un Sportivo que a partir del gol de Tossone
se atemorizó y no estuvo en cancha.
La frustración era cada vez mas grande ahora por la cantidad
de situaciones claras de gol que no pudo ser hasta que a los 41’ST Cristian
Gomez sacó ese zapatazo para ponerla contra el palo y llevarlo a Juventud a los
penales ante el delirio de su gente donde pateó mejor y donde Miguel Caro fue
implacable para conseguir la clasificación a la final por el ascenso.
Por error o por virtud, Juventud siempre tuvo que remarla
desde abajo y esta semifinal ante el siempre difícil Sportivo Argentino no fue
la excepción. “Si no sufre tampoco es hincha de Juventud” dijo Hildo; definición
categórica como en sus épocas de delantero goleador.
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