Padres, familiares, amigos, intendente, presidente de la liga, periodistas; todos se dirigieron a la plaza para despedir a un colectivo lleno de sueños y valijas cargadas de ilusiones.
Después de las entrevistas y las fotos, pasadas las diez de la mañana, el colectivo no salía y la muchedumbre triste pero alegre desprendía desde los corazones de padres ansiosos un caluroso aplauso, una forma bastante emocionante de depositar toda la confianza en estos más de veinte leones que irán con toda la garra en busca de más gloria en la Patagonia.
Poma Laurenza, caudillo y rey león, dirigía la batuta y alistaba todo para un nuevo viaje. Contaba los asientos y no le daban los números. Siempre hay alguno que se durmió o se olvidó el documento. Mientras tanto los padres ya más tristes que alegres y subidos al colectivo daban sus últimos consejos a sus criados al compás de “cuidate” y “suerte”.
El micro ponía primera y en sus vidrios se dibujaban sonrisas de esperanza y alegres figuras manuales, claras muestras de la pasión por el fútbol y de la responsabilidad con la que estos pibes encaran un nuevo desafío, el desafió de conquistar con sangre chaqueña el fútbol nacional.
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