26 de noviembre de 2015

CUENTA REGRESIVA

Pasaron las elecciones y la fiebre de Superclásico vuelve a apoderarse de la ciudad. El primero fue parda con un Juventud que resucitó a tiempo. Uno de los dos se adueñará de toda la gloria. Azulgrana vs. Rojo, la revancha de una final que se las trae.

Entre el calor y el viento norte, entre el sonido de los pájaros y los vehículos, en la Güemes y en aquel lado de la vía. Se siente el olor a Superclásico. La Secretaria de Libertad comienza a moverse con las entradas anticipadas, en la radio y en Fútbol Charatense también.

El Ruben Laola se prepara para recibir otra vez una final, pero no es cualquier final, esta es contra los primos, es un choque de barrios muy poblados y el orgullo está en juego. El desafío es que no se pasen de rosca con lo guapo.

Los muchachos entrenan, le meten al físico y a los últimos toquecitos tácticos, pero la cabeza está en otro lado, está en ese pitazo inicial de Miguel Miranda de este domingo a las 17 hs donde seguramente, y ellos lo saben, no importa si molesta el tobillo o la ingle, defender y atacar; hay que ganar o ganar.

Se esperan 2.500 personas, alquilaron tribunas móviles para que entren todos. Con una presentación diferente a la que se ve por estos lados de por medio, será una multitud, una convocatoria única en varias décadas del deporte local, similar (o superior) a la de una final de básquet nacional con el glorioso Española como protagonista.

En el primer chico Juventud resucitó como el ave fénix, Libertad lo tenía al borde del KO pero se durmió y el Rojo lo empató cuando estaban 0-2.

Pero este será otro partido, es la revancha y uno de los dos puede dar la vuelta olímpica. La visita ya la dio hace cuatro años en la casa del Ciclón y quiere confirmar una paternidad en finales. El Azulgrana va por una reparación histórica, ya tiene 30 estrellas y quiere esta la 31, la más especial de todas venciendo nada mas y nada menos que a su superclásico.

Faltan tres días para el Día C, el día del Clásico más importante del interior del Chaco, y la cuenta regresiva ya empezó.

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